Milagro de Santiago

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Autor: Dr. Armando Luna Silva
Fotografía: Jimmy Mendieta

Dr. Armando Luna Silva cuenta de un milagro de Santiago el cual permite la recuperación de una niña quien sufría de parálisis infantil.

Milagro de Santiago

El 20 de enero de cada año, se celebran las fiestas de San Sebastián en la ciudad de Diriamba. Las festividades se inician, el día anterior, con la popular Procesión de «El Tope», similar a la que se realiza en las fiestas de Santiago con la diferencia que en Diriamba adquieren mayor colorido por sus danzas folclóricas.

La Procesión de «El Tope» entra en la ciudad por la Torre del Reloj. En las puertas de las casas, las familias, cubiertas de silencio, se agrupan para contemplar el paso de la procesión que se hunde lenta y bulliciosamente en el paisaje de la tarde. En una puerta se encuentran los Briceño con el alma empapada de devoción. Cogida de la mano de su madre está Martha. Ella con la dulzura infantil en su mirada triste y soñadora ruega que se pose sobre su cabecita la divina mano del Señor. Martha ha sufrido de parálisis infantil. Una de sus piernas solo es capaz de funcionar con ayuda de muletas y un sistema ortopédico. Los médicos no ven posibilidades de recuperación. Podría haber una ligera mejoría pero siempre quedaría pronunciada la secuela de la enfermedad.

Frente a la niña pasa San Sebastián con sus ojos agonizantes y el cuerpo azul coronado de flechas que se sumen entre claveles y rosas. Todo su cuerpo recuerda la copla de las penas que pinta la seguidilla gitana:

Llegó a sudá sangre pura
de pasá tanto quebranto,
y tomó el coló der lirio
su cuerpo de marti santo.

De sus ojos d’esmerarda,
por tu carita de só,
chorrean, como luceros,
las lágrimas der doló.

Santiago pasa irradiando luz eterna, y también pasa San Marcos todo manso y sereno como un suave aroma. Los tres dejan sobre la calle notas metálicas hechas pedazos y en las aceras un mercado de tajadas y chancho frito. La dulce sonrisa de la niña al paso de los Santos es un jardín sembrado de esperanzas. Su fe, como paloma gigantesca, mira a los venerados Santos que pasan en hombros de sus devotos. Ella esta impresionada con el aire convertido en flautas y tambores, con las bombas y cohetes que gritan y silban entre las casas, con las danzas de espejos, mascaras, plumas, espadas y abanicos, con el murmullo de la muchedumbre que pinta las calles de colores, con los penitentes que de rodillas y en divina pena desean ver el fin de su promesa, y con la cantidad de ofrendas que convierte enero en indio viejo, buñuelos y chicha.

Copyright 2012 Jimmy Mendieta. All rights reserved.»Su fe, como paloma gigantesca, mira a los venerados Santos que pasan en hombros de sus devotos.»

Por la noche, la niña deja sus muletas y desprende de su pierna el sistema ortopédico para dormir. Con ternura franciscana, sueña con la procesión sonora que pasa frente a su casa. Y ve la imagen buena y amorosa de Santiago que la mira y con voz que viene de las estrellas, le dice: “pasa mis flores por tu piernecita». La niña le ve una y otra vez, y se ve ella misma esparciendo las flores del Patrón sobre su pierna enferma. Por la mañana, cuenta el sueño a su madre. Su madre, noble dama de alma y cuerpo diriambina, no comprende como el Patrón de Jinotepe y no San Sebastián se aparecía en sueños a su hija. Una y otra vez, le dice:

—Hija mía, busca bien en tu sueño cual fue el Santo que flores te ofreció para tu piernecita.

La niña, repitiéndolo una y otra vez, responde:

—Es el Santo alto y hermoso que con barba baja de Jinotepe para acompañar a nuestro San Sebastián.

Es necesario una prueba más. Llevan a la niña a la Iglesia para que observe a los tres Santos y señale al que apareció en sus sueños. Mira a los tres. La fragancia cautiva en la imagen de Santiago baja hasta la niña y, llena con la alegría de quien encuentra a un viejo amigo, señala con su dedito y exclama: ¡Es él! Su madre se arrodilla ante la imagen de Santiago. Teje una oración, toma flores de sus pies y pasa las gloriosas flores por la pierna enferma de su hija.

Pasan los días y la recuperación de la niña es evidente. Una risa luminosa llega hasta la médula del hueso y la tristeza de los ojos se convierte en festín de luces. Ya no necesita muletas y podrá correr por el campo cogiendo nidos y frutas cubiertas con el polvo de sus pisadas El sistema ortopédico se retira y las muletas se guardan muy lejos. La recuperación es total.

El rumor del milagro corre por los poblados vecinos, Jinotepe se envuelve con una tenue nube de protesta hacia su patrón que parece decirle: ¡Qué bien! Te has convertido en candil de la calle y oscuridad de tu casa. El Apóstol mira con la ternura de una disimulada sonrisa su querido pueblo y para demostrarles que siempre es el mismo, continúa cerrando heridas cuando la adversidad clava sus dardos, las bandadas de cintas se mecen en sus manos, y aumentan los promesantes de rodillas enrojecidas que recorren el asfalto de las calles por los milagros recibidos.

Dr. Armando Luna Silva

El relato es tomado del libro «El Patrón Santiago» escrito por el Dr. Armando Luna Silva, hijo dilecto de la ciudad de Jinotepe; abogado, diplomático y escritor. En conversación que tuvimos con el Dr. Luna nos dio su consentimiento para publicar el cuento.

Nuestro mas sincero agradecimiento al Dr. Armando Luna Silva!

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